Pirene y los Pirineos

Pirene descansó bajo aquellas montañas majestuosas. Se cree que sus últimas lágrimas se escondieron en el corazón de la montaña y brotan todavía, de vez en cuando, para alimentar el caudal de los ibones del Pirineo. De esa vida truncada, de ese corazón enamorado nacería toda la maravilla que hoy apreciamos, todos los colores que nos sobrecogen, toda la magia de los montes que se levantaron sobre el sacrificio de aquella vida que fue arrebatada por el fuego. ¿Sabías que el nombre de Pirene viene de la palabra “Pyrós”, que en griego significa “fuego”? Del fuego de su pasión, cortada de raíz por su encolerizado padre, y de las llamas de aquellos bosques de la Península Ibérica, nació aquella cordillera que hoy seguimos llamando Pirineo, esa cadena montañosa imponente que fue levantada en honor a la desdichada enamorada de Hércules, la hermosa Pirene de cabellos rojizos como las llamas que prenden en las chimeneas de nuestros hogares.